El lugar, ubicado en El Mogor, B.C. (Valle de Guadalupe) se ve imponente en el exterior, pero... el interior es también excepcional, creación del italiano Ezio Martellotto y su esposa, la Ensenadense Claudia Melchum, propietarios de Vinícola Martlot, quienes convirtieron en realidad un sueño forjado hace ya una década y en un espacio de cuatro hectáreas lograron cristalizar su proyecto.
El accidentado terreno les dio la oportunidad de crear un espacio único, inigualable, donde Claudia dio vuelo a su imaginación con su talento natural para la decoración. Ella es quien diseñó la propiedad, el mobiliario y la mayoría de los accesorios.
La Cava asombra, sí, pero entrar al restaurante y área de degustación el deleite es... ¡para los cinco sentidos! Uno se transporta a un rincón de Italia porque nos recibe una tenue música italiana y un escenario maravilloso: vibrantes colores en la decoración a base de cristales y mosaicos (en mesas, sillas, techo, paredes) obra de la propia Claudia quien puso su sello al combinar el arte italiano con el mexicano.
Ella misma, con gran emoción, nos explica: ¨Es un ensamble Italomexicano; las mesas son las primeras barricas que utilizamos para los vinos y están forradas de talavera fina de Puebla; las lámparas son de vidrio soplado... algo como lo que se hace en Murano, pero 100% mexicanas, de San Miguel de Allende¨. La satisfacción le sale por los poros y se le nota el entusiasmo al hablar del proceso de la decoración de las barricas que le llevó más de un año de laborioso trabajo artístico. Pero, el resultado final resultó de una belleza única
En una amplia barra es donde se elaboran los platillos de degustación que incluye además de los vinos de su producción bocadillos mexicanos e italianos, ¨dependiendo de la disponibilidad y el humor de la patrona¨, nos dice Claudia entre risas. Y es que es ella el motor del lugar porque su día inicia al amanecer para cocinar y preparar lo que ofrecerá a los visitantes los fines de semana cuando organiza, junto con su familia, los recorridos guiados. ¨Este es un negocio familiar¨, afirma. Y precisamente, el ser atendido por los propietarios le da al lugar un ambiente de gran calidez porque se puede convivir y conocer de primera mano parte de la historia de esa bella vinícola
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